sábado, 5 de julio de 2014

la misericordia

La misericordia 

El Jueves Santo 2014 llegó y, por esta vez, hizo bueno aquello de que reluce más que el sol. Por fin amaneció un día espléndido, en el que la ya tradicional angustia a causa de la posibilidad de lluvia se transformó en una calurosa jornada que invitaba incluso a buscar la sombra. Casi todo estaba preparado. Unos retoques de última hora y los portones de la Casa Hermandad se abrían para que hermanos, percheleros y malagueños en general pudieran contemplar de cerca los tronos que horas más tarde recorrerían las calles de Málaga. Ahí estaban entronados y engalanados para la ocasión Nuestro Padre Jesús de la Misericordia y Nuestra Señora del Gran Poder.
Horas previas de emoción a la espera de que llegara la hora señalada, las 20.35, momento en el que la Cruz Guía hacía su salida desde la iglesia del Carmen. Tras ella se iba formando la sección del Cristo, hasta que el vicario general de la diócesis, José Manuel Ferrary, hizo sonar la campana del trono de Nuestro Padre Jesús de la Misericordia con los reglamentarios dos toques más uno y el trono comenzó a salir a una calle repleta de gente ansiosa por ver la puesta en marcha de los Titulares. Aún más emotiva fue la puesta en marcha de Nuestra Señora del Gran Poder, ya que esos honoríficos primeros toques estaban a cargo de Trinidad García, nuestra Trini, viuda de Rafael Terol, en cuyo recuerdo el frontal del trono de la Perchelera portaba el escapulario y el bastón del que hasta el año pasado fuera nuestro Hermano Mayor. También el trono del Cristo portaba un escapulario, éste en recuerdo de Angelita, querida hermana de la cofradía y esposa del camarero del Cristo, José Sánchez. Dos recuerdos de los que no están que entristecían una jornada alegre y servían de incentivo para hacerlo todo aún mejor.
El desfile procesional resultó brillante, recibiendo grandes elogios, tanto por quiénes presenciaban el paso del mismo, como por los diferentes medios. Calle Ancha, Puente de la Misericordia, Alameda, Larios, Granada, Plaza del Obispo, Molina Larios, Plaza de la Marina… El recorrido tradicional trascurrió a la perfección, cuando la atención se centraba ya en la novedad del mismo, Córdoba y Vendeja. Una zona sin tradición cofrade hasta el momento, pero que demostró el acierto de su elección, con un buen número de malagueños esperando para presenciar el momento. Una complicada curva de entrada, tomada con la maestría de quienes llevan muchos años y saben perfectamente lo que hay que hacer, y alguna dificultad para los portadores en los cruces por la altura del bordillo, pero que mereció la pena para ver cómo la procesión de la Misericordia llenaba esta parte del Soho. Impresionante también el paso de regreso por el puente al que da nombre nuestro Cristo y que une el que intentan que sea barrio de artistas con nuestro Perchel.
Con el lógico cansancio regresó la procesión a casa. Un cansancio que desaparece cuando se llega a calle Ancha y se divisan al fondo las torres del Carmen. Por los laterales, un río de gente que adelanta al cortejo porque quiere coger sitio para no perderse nada de lo que estaba cada vez más cerca, el encierro.
Una vez más, Plaza de Toros Vieja y La Serna se quedaron pequeñas ante los miles de malagueños que quisieron despedir a los Reyes del Perchel hasta el año que viene. El Señor de la Misericordia esperó a su Madre para mostrarse mutua admiración y festejar al unísono el final de un magnífico recorrido por las calles de Málaga. Ambos tronos fueron levantados a pulso buscando el estrellado cielo malagueño una, dos, tres… Sonaron emocionadas y emocionantes saetas, los Titulares bailaron al ritmo de la esperada Retreta Floreada de la banda de Bomberos y se despidieron hasta el año que viene con la Trinidad Sinfónica (magnífico y elogiado debut en nuestro cortejo el suyo) interpretando los correspondientes himnos, que fueron cantados con el corazón encogido a causa de la emoción por parte de los hermanos.
Para concluir este Jueves Santo tan especial, se realizó el Traslado de los Titulares de regreso a la iglesia cuando las primeras luces del día estaban próximas a aparecer. Una ceremonia que concluye, tras las correspondientes oraciones, con un Besapié a Nuestro Padre Jesús de la Misericordia y Besamano a María Santísima del Gran Poder, que, finalmente, fueron llevados de nuevo a su capilla, donde recibirán durante todo el año la visita de los fieles.

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